Todo comenzó en el siglo XII, cuando el propietario de Miechów, Jaksa, de la Casa del Grifo, partió hacia Jerusalén. Desde allí, trajo a los monjes, custodios del Santo Sepulcro, conocidos como Bożogrobcy (guardianes del Santo Sepulcro). Jaksa fundó una iglesia y un monasterio para los monjes y les entregó Miechów y dos pueblos vecinos. Las tareas de la Orden en Jerusalén incluían el cuidado del Santo Sepulcro y de los peregrinos que acudían a él. A los Bożogrobcy debemos la creación de una copia del Santo Sepulcro de Jerusalén en Polonia. Cuando en 1187 Jerusalén fue capturada por el ejército de Saladino y los cristianos fueron expulsados de ella, el Santo Sepulcro quedó inaccesible para los peregrinos. Miechów se convirtió entonces en destino de peregrinos de toda Europa. Si nos fijamos en los visitantes que vinieron aquí, nos encontramos con los reyes Vladislao el Breve y Vladislao Jagellón, la reina Eduviges, que más tarde se convertiría en santa, y muchas otras personalidades eminentes. El sepulcro que actualmente se encuentra en Miechów es una copia del año 1530. Tuvo que reconstruirse tras el incendio del monasterio en 1506. En Miechów podemos ver un fragmento de la roca en la que se talló la Tumba de Cristo. Está enmarcada con una corona de espinas fundida en bronce y empotrada en el muro de la Capilla del Santo Sepulcro.  En la actualidad, el santuario de Miechów es atendido por sacerdotes diocesanos. Por otra parte, en 1846 se creó el Zakon Rycerski Grobu Bożego (Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro). En este caso se trata de una orden secular. Hay filiales de esta orden en todo el mundo. Su sede principal está en Miechów.